lunes, 9 de mayo de 2011

En prisión

Como un envase vacío oxidándose a la intemperie, podía sentirse de ella el sonido de las gotas escurriéndose por sus agujeros, podía captarse la absorción de la luz por ese cuerpo oscuro de colores en extinción. Podía sentirse a los lejos el olor metálico que expedía la respiración emitida al vaciarse entre sus ahogos y sollozos.

dark_room_desk Su mente se sentía perdida, ya no era capaz de hacer un único individuo entre su cuerpo y su alma. Sentía imposibilidad de expresarse, con el paso del tiempo las palabras comenzaban a escasear de entre sus labios. La sumisión al vació y el silencio que el alrededor le transmitía la obligaban a refugiarse en un cuarto oscuro. La luz pedía a gritos que la dejase salir de ella, las palabras deseaban transformarse en cataratas de sueños y de ilusiones, y no lo lograba por mas esmero que de ella brotara. La comunicación con su interior ya había perdido integridad.

Se quejaba por falta de tiempo. En su soledad se replanteaba  si había elegido el camino correcto. Todavía no podía aplacar la batalla entre su necesidad de prosperar dando una utilidad vital a su existencia para con sus compañeros de mundo, y entre sus necesidades personales de liberación, que no parecían estar cumpliéndose.

Las notas musicales hacían cambiar el ritmo de sus signos vitales y comenzaba a sentir un peso irrompible en su interior. Se preguntaba si serían las emociones contagiadas o era la señal de algo trascendental, una señal, o una mera casualidad de su personalidad para con las creaciones humanas. No podía evitar el sentirse egoísta al dar rienda suelta a sus ideas, a sus dedos, que dejaban plasmados en una unidad virtual y otras veces en papel, sus juegos de palabras. No buscaban nada, solo buscaban salir, y era la idea egoísta de su necesidad. Sin objetivos… ¿Cuál era el motivo de lo que sentía?

Estaba asumiendo que el motivo de su estado era su incertidumbre de no saber sobre qué camino tomar, y como elegirlo, y la capacidad de verlos. Necesitaba de la capacidad de visualizarlos, pero la oscuridad de su alrededor no era una mano extendida, no eran binoculares que facilitaran su visión.

No habían muchas opciones que elegir, no había muchos escapes a los cuales dirigirse. La espera ahogada en la monotonía de la rutina de ver los días pasar era la dosis que mas se ajustaba a su vida, que poco a poco iría perdiendo color.

La aceptación a ese destino se había convertido en lo  mas cercano a una realidad esperable en su imaginación…

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