sábado, 21 de septiembre de 2013

Instrucciones para ponerse el pantalón

Hace poco tiempo, me estaba dejando abandonar por la rutina y las pocas ganas. Las casualidades de la vida me llevaron a comenzar un taller junto a gente maravillosa donde además de leer y hablar sobre distintos escritores, nos animan a seguir escribiendo. 
¡Esta va por vos, Julio Cortázar!


Instrucciones para ponerse el pantalón


Hay quienes lo llaman en modo singular, hay quienes los llaman en modo plural, haciendo alusión a que son un par idéntico a nuestras piernas, la mayoría de las veces. Los pantalones consisten en una prenda de vestir diseñada para atrasar los minutos al vestirse, para sufrir frente al espejo, para sonrojarnos en las tiendas de compra al pedir talles más grandes. Para estas últimas dos pocos tienen la solución, pero para aligerar el tiempo y llegar a la perfección del último botón muchos tienen la receta. 
Parados frente al pantalón, con ropa interior puesta o no (no hay que adentrarse en asuntos tan pavorosos) con las medias puestas, uno se aventura a la tarea de lograr que esa prenda con una cintura de la que cuelgan dos tubos de tela quede en nuestro cuerpo. Lo agarramos por la cintura desde los flancos, lo bajamos en dirección al piso al momento en que levantamos una pierna, cual equilibrista de circo, con el objetivo de que ese mismo pie enceste en la primera abertura del pantalón que es la cintura y con ese fin deslizarlo por el tubo correspondiente a nuestra pierna. En caso de que uno quedara con la pierna derecha del lado izquierdo del pantalón hay que comenzar otra vez desde el principio. 
Una vez logrado esto, procedemos a mantener el pantalón a la altura de las rodillas con una sola mano y emprendemos la tarea de colocar la pierna que nos quedó desnuda en el tubo restante, mientras que con la mano libre nos sostenemos de una pared o un armario o simplemente hacemos equilibrio en el aire. Tras un intento, o varios, dado que el emboque es inversamente proporcional a nuestro estado de sueño, levantamos el pantalón por la cintura, hasta que llega a la nuestra. Si se llega hasta este punto uno tiene la libertad de esbozar una sonrisa, pero solo un poco. 
Los pantalones suelen venir en la parte delantera con unos botones de ajuste o una cremallera o cierre. Si el pantalón es abotonado, debemos agarrar el botón de un extremo y colocarlo en el ojal del lado contrario, con la precaución de que sea el complementario, no se considera válido que el primer botón enganche con el segundo ojal. Si el pantalón tuviese cierre, la tarea es apenas más fácil, viene un botón en el extremo superior, que lo uniremos al único ojal presente, y procedemos a levantar el cierre, con el sumo cuidado de no enganchar nuestra ropa interior. En caso de que el cierre no funcionara, abandone la tarea y consiga otro pantalón, en los códigos de la calle no está bien visto el caminar con los pantalones abiertos. Si hasta acá tenemos ambas piernas en ambos tubos, la cintura del pantalón alrededor de la nuestra, los botones prendidos, el cierre levantado, nuestra sonrisa estará completa porque lo hemos logrado, pero es posible que aun así, inevitablemente, alguien nos diga de frente, o por detrás: “¡Esa persona no tiene los pantalones bien puestos!”.

Romina Belén Negri Montes


¿Qué tal resulta para Uds. ponerse el pantalón?

Un besazo!



martes, 14 de mayo de 2013

Pez

Un poco abandonado, y un poco justificado, retomo mi blog posteando algo que escribí hace un tiempito, y lo más importante estrenando nueva vestimenta para el blog. Me ha encantado, todo ha sido obra de Encriptada, http://mi-vehemencia.blogspot.com.ar/. ¡Millones de gracias para ella!
En el verano me aventuré con Hemingway, y dadas las circunstancias de algo vivido, imposible negar esas influencias en mí, las palabras fluyeron como por arte de magia. Así es que este poema va dedicado a él, y a animar las ganas de aventurarse con este escritor. 
Un besote. ¡Que tengan una buena semana!


La Plata, 22 de febrero

Pez


Buscando con ansias, 
el hilo se desliza por las aguas, 
corriente calmada, desalmada, 
¿por qué te llevas mi pez? 

La suavidad de las olas, 
la calidez tropical, 
temperatura palpitante que te enredas en su cuerpo, 
déjalo volar, que quiere tomar aire. 

Sus saltos gritan que otros peces lo atormentan, 
ven aquí brillante pez, 
mi anzuelo te salvará de ellos, 
pica, pica, come tranquilo. 

Quiero pescarte dulce pez, 
¿es que no te haz dado cuenta? 
tengo sed, tengo hambre de ti, 
te acercas a mi trampa, pero te alejas burlándote. 

Quizás termine cansándome, 
el sol corre con prisa, 
las dueñas de la noche se hacen presentes 
¡abandono pez, haz ganado!. 

Remada a remada, 
gotas de sudor me recorren, 
la brisa fresca me invade, 
las luces de la ciudad me esperan. 

Te regalo el triunfo, 
aunque quizás pruebe otro día, 
mi paciencia es infinita, 
pero el mar lo es mas aún. 

Aletea, aletea pez, 
disfruta de tu lugar, 
come feliz, come tranquilo 
te comerán, te comerán.




  


martes, 15 de enero de 2013


Caminando por una calle sin asfalto,hacia mi derecha un alto muro de ladrillos muy perfectamente construido, que no deja espacio por el que uno pueda mirar hacia el otro lado ni treparse, como bien es sabido del otro lado de la manzana está la entrada a ese pequeño barrio privado que se disfraza en sus alrededores con ese muro bonito que no deja ver mas allá. A mi izquierda la manzana es un gran terreno baldío con solo dos casas precarias, con paredes de madera, baños afuera, sin cloaca, me pregunto si tendrán agua corriente, espero que sí. 
De repente escucho el ruido de una camioneta que se adentra en la calle levantando tierra, tiene calcos de una firma muy reconocida de automotores. Se detiene al lado de las casas débiles y tranquilos los empleados descargan la basura que traían atrás, repuestos viejos, defectuosos, metales, plásticos. Riendo y hablando quién sabe de qué hecho cotidiano, se suben nuevamente a la camioneta y se van. 
Las risas de los niños invaden la calle, salen de las dos casitas con sus ropas sucias y en la piel marcas de tierra. Se dirigen hacia la basura, se meten entre las cajas, encuentran volantes rotos, pedales y quién sabe que cosas más y se sientan a jugar.
A mi mente viene la impotencia, el contraste de nuestra sociedad es cortante, punzante, razgante, filoso. Y todavía no puedo entender cómo la sociedad argentina sigue gritando a los cuatro vientos y reclamando por libertad. ¿Me pregunto a qué se refieren por libertad? Y nuevamente me queda flotando en la mente, ¿qué habremos hecho para evitar llegar a esta situación?, ¿hacemos algo actualmente?.
La responsabilidad es por obra y por omisión.