martes, 28 de septiembre de 2010

Y la noche cayó sobre la ciudad…

Miro a través de mi ventana con los postigos aún abiertos, y es sorprendente ver de a poco como se encienden las luces en la ciudad, en cada casa, y en el cielo.

Hace 5 años que me mudé a esta pequeña gran ciudad, al principio me pareció toda una maravilla. Era un gran laberinto lleno de pasillos por recorrer, lleno de sorpresas y paisajes maravillosos. Es una ciudad con vida propia, llena de espacios históricos y culturales que aprovechar. Pero la ciudad esta llena de personas, de todo tipo… tanto buenas como malas, los hay de los que se preocupan y de los que ignoran la mayor parte del tiempo. Los hay de los que te ceden el paso y de los que sin importarle pueden pasarte por encima. Los hay generosos y los hay mezquinos. Es algo normal supongo en este mundo, siempre una moneda tiene dos caras, siempre hay dos contradicciones, siempre hay dos bandos, siempre todo es de a dos.  Pero parece que la ley de los polos opuestos no se aplica a los seres humanos. Ojalá fuese así, ojalá fuesen bandos complementarios y no dos bandos que se enfrentan y comen unos a otros.

Antes sentía brotar mis ganas de hablar, mis ganas de escribir, pero siento como si se hubiesen agotado. Cómo si se hubiesen esfumado, evaporado de a poco con el  calor que contagian las aceras a mis pies. Ya no quiero caminar mas por esas calles que me queman, pero tampoco soporto ver como mi colchón comienza a hundirse cada vez más. 

Es difícil convencerse a uno mismo de salir adelante, pero tengo muy claro que es una responsabilidad que tenemos cada uno con nuestra vida, debemos amarla y respetarla. Debemos dar gracias por haber tenido la oportunidad de transitar por este hermoso lugar, que a pesar de ser la mayor parte de las veces un lugar oscuro, cuando sale el sol, la tierra refleja el brillo y la paz por donde la mires. A veces depende del punto de vista que uno tome para admirar el paisaje…

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