¿Cómo llegamos hasta aquí?

Se acercaban las siete de la tarde y Daniela ya comenzaba a dejar volar su mente. Estaba sentada delante de un libro, que ni siquiera creía poder terminar para la bendita fecha en que rendía un final. De repente entre inserciones, nomenclaturas y clasificaciones se acordó de Santiago. Respiraba hondo y seguía tratando de enfocar su mente en el estudio y no en el pequeño aparatito electrónico que intermitentemente emitía una luz dando señal de cobertura. Estaba esperando que sonará, esperaba el aviso de que había recibido un sms y que sería de él.

Pasaron las horas y a las 10 de la noche, cuando ya el ruido del trafico cesaba de filtrarse por las ventanas, decidió cenar. Se acercaba el verano, y por su mente rondaba la idea de saltearse la cena con un té o algunas frutas. Quería irse de vacaciones, debía perder unos kilos. Aunque sabía que su presupuesto a fin de mes no le iba a dar esa satisfacción de escapada, se contentaba con pensar que de alguna manera milagrosa su balance diera positivo.

“Bien”, se dijo a ella misma. Tenía muchas ganas de hablar con alguien, eso de estar encerrada todo el día estudiando no era lo suyo. Así que marco el número de Julieta, suplicando que no estuviera con su nueva conquista, así podía estar unos cuantos minutos hablando.

-¡Hola Juli! ¿cómo estas?

-Bien… estaba por irme a la cama, mañana tengo que cursar temprano.

-¡Uh! perdón, yo recién termine de cenar, y mmm debería ponerme a leer un rato antes de acostarme…¡pero ni ganas!

-Ah buenísimo ¿ pudiste concentrarte al fin?

-Mmmmm…. algo, pero bueno ya me irá mejor. Aproveche y te llamé para ver que tal había estado tu día. !Te extraño amiga!

-Jajaja, ¡no seas cursi Dani! Yo todo tranquilo, hoy lo vi al Sr. X jajaj, me maté de risa toda la tarde. Pero nos vemos el jueves, en la cursada de Torres, y te cuento bien todo. Anda a dormir, y déjate de pavadas, que después te terminas acostando re tarde, jaja.

-Esta bien, bueno que descanses. Un beso!

-Hasta mañana Dani! te quiero…

Tras quedarse mirando la pantalla del celular un rato, se preguntó por qué le había mentido a Julieta. Si eran amigas y había confianza. ¿Por qué no le había dicho que estaba mal porque no tenía ninguna noticia de Santiago? Y encima se sentía culpable por haberla llamado solo por el simple hecho de tener unas ganas inmensas de hablar con alguien. Se preguntaba si estuviese bien, si la hubiera llamado. Pensó que a veces el egoísmo de adueña por momentos de nuestra vida y nos maneja un poco como títeres, sin que siquiera nos demos cuenta de ello. Y cuando lo hacemos muchas veces suele ser muy tarde. Pues ya la compensaría mas adelante, Julieta era una amiga que debía cuidar, su vida no sería tan linda sin ella. O por lo menos quería pensar que era linda.

Bueno ya resignada se fue a la cama con sus apuntes a cuestas, leyó hasta dormirse. Soñó con gente que ni conocía, como siempre lo hacia. Estaba imaginando su compras en una golosinería y de repente un zumbido la despertó.

-Hola… (media entre dormida).

-Hola Dani. ¿Qué hacías?

-Eh nada, estaba leyendo –(Era Santiago y no lo podía creer)- ¿Vos?

-Nada, recién termino de estudiar, y quería saber que hacías.

No podía creer que tuviera el atrevimiento de llamarla a las 4 de la mañana para preguntarle un “¿qué haces?”, después de varios días sin saber nada de él… sintió ganas de responderle con un cortante “¿qué te importa?”, pero en lugar de eso las palabras que salieron de su boca fueron: “¿querés venir a casa y tomamos algo?”

Bien, pues no lo podía evitar, siempre planeaba decirle una cosa y terminaba diciéndole todo lo contrario, pensaba en decirle no cuando al final terminaba diciéndole un sí. Se preguntaba que parte de nuestra femineidad había venido fallada en ella. ¿Por qué una mujer a veces puede volverse tan débil ante el amor? Se suponía que el amor no debería ser así, pero en ese momento se conformó con ello.

Ring!…

Continuará…